Ayer fui al cine con mi hija, compartimos la tarde, con presencia, a gusto, un placer.
Hablando del instituto durante un rato, que había tenido un examen, que menos mal que era igual que el que le habían puesto a una amiga, ya que sólo se había estudiado las preguntas que le había dicho esta amiga.
Le dije que una madre me había dicho si me interesa formar parte de la asociación de madres y padres en el instituto para a ver si cambiamos alguna cosilla. También le dije que en principio no quería tomar parte, pero a ver a ella que le parecía.
Ella me dijo que total no se puede cambiar nada, y yo le pregunté que de poder cambiar algo qué cambiaría, y ella me dijo, que le bastaría con que con las siete horas que van sea suficiente, sin tareas para hacer fuera del horario, que el descanso de la mañana fuera mínimo de cuarenta minutos, ahora es de veinte. Y que en vez de poner exámenes, hacer proyectos y luego exponerlos aunque sean de las mismas materias.
Me pareció tan dulce, tan sencillo que ahí se me encoje el corazón y decido validarla y acompañarla en este camino de la escolarización.
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